De Tlatelolco a Ayotzinapa, continuidad del autoritarismo

El mes pasado la televisión pública holandesa transmitió el documental Gustavo Díaz Ordaz: Todo tiene un límite, el cual establece paralelismos entre la matanza de Tlatelolco y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, para mostrar lo que para su autora, Stefanie de Brouwer, es una “tiranía invisible” que ha controlado México desde el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz hasta la fecha. La periodista confiesa que su experiencia en este país ha sido “la más asfixiante” por ese abuso impune del poder de la autoridad: “Más que en los países africanos que también se presentan como democracias y que todos saben que no lo son”.

BRUSELAS (Proceso).- El video, tomado en la oscuridad con un teléfono celular, es confuso y angustiante. Un grupo de jóvenes de la normal de Ayotzinapa le grita a los policías que les disparan que ya le “dieron” a uno de sus compañeros: se trata de Aldo Gutiérrez, de 19 años, quien yace en el suelo con un balazo en la cabeza que lo dejó en coma desde entonces.

“¡Ya mataron a uno! ¡Espérense! ¡Llamen a una ambulancia!”, clama desesperada una voz. De fondo y en aparente contradicción con el drama que se intuye, se escucha una música triste que aumenta la pesadumbre de esa escena ocurrida la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, episodio en el cual la Policía Municipal detuvo a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, la normal de Ayotzinapa, quienes desde entonces están desaparecidos.

La imagen forma parte de un documental holandés; la siguiente es una toma diurna de esa normal guerrerense. Jóvenes alumnos caminan, van de un aula a otra. El narrador interviene: “Hacia afuera (México) parece una democracia, pero hacia adentro existe una represión que no quedaría mal en una dictadura. La tiranía invisible que controla México se hizo visible para el mundo entero en 2014 con la desaparición de 43 estudiantes…”.

El documental fue producido por la televisora pública holandesa VPRO y transmitido el 6 y el 10 de enero pasados como parte de la serie histórica Speeches (Discursos).

Titulado Gustavo Díaz Ordaz: Todo tiene un límite, el trabajo periodístico de la televisión holandesa es excepcional en la manera en la cual relaciona dos acontecimientos que han marcado la historia de México. El documental de 48 minutos relata la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, durante el gobierno de Díaz Ordaz, y en paralelo presenta a los televidentes holandeses el más reciente capítulo de violencia, ahora contra los estudiantes de Ayotzinapa, con otro régimen priista, el de Enrique Peña Nieto.

La periodista que realizó el documental, Stefanie de Brouwer, explica a Proceso que “la idea fue partir de un hecho de actualidad y después acudir a la historia.

“Cuando me puse a investigar –relata–, me percaté de que había una relación entre esos casos, el del 68 y Ayotzinapa, e incluso me enteré que el historiador Sergio Aguayo estaba escribiendo un libro sobre el tema. Mi intuición fue correcta y decidimos realizar el documental.”

Autoritarismo histórico

El documental arranca con un filme de archivo en blanco y negro de un mitin en 1968, en el cual una joven estudiante se dirige a sus compañeros. Nerviosa y a punto del llanto, dice que hay tanques en el Zócalo. “Agreden a todos, mujeres, hombres y niños. Pisotean la Constitución. No hay libertad de palabra. ¡No somos guerrilleros, somos estudiantes! ¡Que el pueblo de México sepa que somos sus hijos, somos su juventud!”.

El narrador expone una síntesis de lo que el programa plantea a los televidentes, mientras se observa en la pantalla una manifestación de protesta contra la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa:

“Cada discurso tiene su propia historia. En México, un país fracturado por la guerra contra las drogas, desaparecieron 43 estudiantes después de un enfrentamiento violento con la policía. Los estudiantes estaban en autobuses; querían ir a conmemorar un evento que sucedió hace casi 50 años.

“En ese entonces (1968), decenas de estudiantes, cientos según algunos, fueron asesinados por disparos de metralletas salidos de la nada. ¿Por qué tenían que morir? Nadie puede responder esta pregunta de manera satisfactoria: es uno de los misterios históricos del país”, prosigue.

Las palabras que dan título al documental forman parte del discurso que pronunció Díaz Ordaz en su cuarto informe de gobierno, el 1 de septiembre de 1968, un mes antes de la matanza de Tlatelolco:

El discurso original, con todo y la interrupción de los diputados al presidente para aplaudirle de pie, aparece en cuadro: “Se cuentan por centenares los casos en toda la extensión de la República en que estudiantes o seudoestudiantes se posesionan violentamente de sus escuelas, presionan a sus rectores, directores y maestros, llegando inclusive a su secuestro (…) Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene un límite. No podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico como a los ojos de todo el mundo ha venido sucediendo”.

Esta última parte se repite varias veces a lo largo del documental para situar al telespectador holandés en el fondo del tema: el autoritarismo –pasado y presente– del régimen mexicano.

De Brouwer recabó los testimonios de Ana Ignacia Rodríguez, La Nacha, y Luis González de Alba, líderes del 68, y entrevistó al periodista Jacinto Rodríguez Munguía, quien, luego de una investigación en el Archivo General de la Nación, sostiene la hipótesis de que el entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría, manipuló a Díaz Ordaz para que usara mano dura contra los estudiantes, y que incluso pudieron ser francotiradores a su servicio quienes iniciaron el tiroteo en Tlatelolco.

La periodista holandesa también charló con el normalista José Luis Méndez Pérez, uno de los sobrevivientes del ataque en Iguala en septiembre de 2014.

El documental de la televisora holandesa está estructurado como un juego de espejos: continuamente salta de una época a otra, de tal modo que el televidente comprenda los paralelismos entre el 68 y la desaparición de los 43 normalistas.

La realizadora incluye un diálogo con Omar García, uno de los voceros de los estudiantes, mientras se dirigen a una actividad política en un autobús de la compañía Costa Line “secuestrado”.

El narrador del documental señala que el Estado cerró los fondos para la normal de Ayotzinapa por su “potencial amenaza” contra la autoridad, pero que los estudiantes tienen “formas no muy ortodoxas” para seguir funcionando. “El estacionamiento (de la escuela) está lleno de camiones de Coca-Cola y autobuses secuestrados”, precisa la voz.

–¿Este autobús es uno detenido? ¿O cómo lo veo? –le pregunta, medio confundida, la periodista holandesa.

–Hasta el momento no ha habido ninguna queja de las empresas de autobuses. Ninguna ha denunciado o le ha pedido al gobierno: “Queremos que rescaten nuestros autobuses o a nuestros choferes” –responde García, y explica que hay convenios con las líneas de autobuses para utilizarlos.

–¿Entonces la empresa está con ustedes?

–No es un convenio… ¿cómo se puede decir?… de plena voluntad, pues… Más bien es un convenio que nos conviene a ambos: nosotros nos transportamos (…) y la empresa se ve beneficiada en que sus autobuses no sean maltratados.

–¿Entonces hay un contrato social?

–Algo parecido…

Desprotegidos

El documental deja notar cierto pesimismo al afirmar que los estudiantes de Ayotzinapa “perdieron toda la inocencia y no esperan nada del Estado”, en tanto que los muchachos que se manifestaban en el 68 “todavía creían que con argumentos podrían convencer al gobierno” de sus exigencias de mayor apertura.

El comentario final es un balde de agua helada: “Las familias y padres de los 43 estudiantes todavía se encuentran en la oscuridad. Pero no quieren dejar de pensar que siguen vivos… en contra del sentido común”.

–El documental muestra que en México hay un problema estructural de violencia de Estado, de violaciones a los derechos humanos, de represión contra los estudiantes –le comenta este corresponsal a De Brouwer.

–Sí, es la información que contiene el documental.

–¿Y qué lectura de los hechos pretende transmitir a los televidentes holandeses?

–Quería explicar sobre todo qué pasó con los muchachos de Ayotzinapa. Su desa­parición fue una noticia que llamó mucho la atención en Holanda. Quería contar la historia detrás de esta noticia de actualidad. Sobre México siempre se habla del narcotráfico, un problema que existe y que es enorme; pero yo quería informar que hay algo mucho más grave en el país y que existe desde hace mucho tiempo. El objetivo es dar un panorama más profundo de lo que sucede.

–¿Y cuál es ese problema más profundo?

–Lo que más me ha impactado de México es la falta de orden jurídico. Nadie está protegido contra la fuerza del Estado, contra la policía. Eso me parece más importante tratándose de un país que se considera una democracia.

De Brouwer comenta que ha viajado por todo el mundo, y asegura que su experiencia en México ha sido “la más asfixiante” por ese abuso impune del poder de la autoridad: “Más que en los países africanos que también se presentan como democracias y que todos saben que no lo son”.

En el documental no hay una referencia directa al presidente Peña Nieto ni a su gobierno. Sólo aparece un instante una pancarta con su imagen y su nombre durante una manifestación por Ayotzinapa en la Ciudad de México.

Según la periodista holandesa, “la prioridad no era denunciar a algún gobierno, sino explicar un fenómeno político” más amplio.

Peña Nieto visitará Holanda los próximos 30 y 31 de mayo. A finales de enero pasado, un grupo de mexicanos residentes en ese país lo declaró persona non grata. En una carta pública declararon: “La invitación hecha a un presidente que encabeza un gobierno corrupto y violador de derechos humanos demuestra que para los Países Bajos, igual que antes para el Reino Unido y Francia, los intereses económicos siempre tendrán prioridad”.

–¿El gobierno de Holanda debe abordar con Peña Nieto los problemas que plantea en su documental, o al menos el tema de Ayotzinapa? –se le cuestiona a De Brouwer.

–Sí. El papel de Europa, y de Holanda, es hablar de estas cosas. El problema de siempre es cómo, cómo hacerlo de una manera que pueda influir para demostrar que sí somos críticos. Tendríamos que hacer más, pero es muy difícil.

*Este reportaje fue publicado en la edición del 19 de marzo de 2016 de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original➤