Cambio climático: los subsidios para combustibles fósiles, un bumerán

BRUSELAS (apro).- Por cada euro que se dedica a la producción de energías renovables en el mundo, otros seis euros son gastados en subsidios para combustibles fósiles –los causantes del calentamiento global–, reveló la organización británica independiente Overseas Development Institute (ODI, por sus siglas en inglés) en un reporte titulado El momento de cambiar el juego: subsidios a los combustibles fósiles y cambio climático.

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Artículo publicado el 23 de noviembre de 2013 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO

[/pullquote]La organización, con sede Londres, advierte que los subsidios gubernamentales en la producción de combustibles fósiles están socavando los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático, pues éstos, refiere, actúan como un incentivo a la generación de emisiones de carbono e impiden un clima de negocios favorable a la inversión en tecnologías y energías menos contaminantes, además de un ahorro en las finanzas públicas.

El reporte, de 40 páginas, fue publicado el jueves 7, cuatro días antes de que comenzara en Varsovia, Polonia, la decimonovena Conferencia de las Partes (COP 19) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

Acusa que “la CMNUCC no reconoce hasta hoy el papel crucial que juega la eliminación de los subsidios para dirigir las inversiones hacia un Desarrollo compatible con el clima” (concepto que integra la adaptación al cambio climático y la reducción de la pobreza), y lamenta que tampoco se tome en serio “en ninguna de las discusiones sobre los instrumentos que pueden movilizar recursos privados contra el calentamiento global”.

El jueves 21, el día anterior al cierre de la conferencia, 800 activistas, registrados formalmente ante la ONU para observar las negociaciones, abandonaron la sede de la reunión en protesta por la falta de voluntad política de los Estados para asumir compromisos serios para luchar contra el calentamiento global, y también por la invitación oficial que los organizadores giraron a empresas contaminantes para que asistieran a las pláticas y las patrocinaran.

Los inconformes pertenecen a organizaciones internacionales como Greenpeace, World Wildlife Fund (WWF), Oxfam, Fiends of the Earth y Action Aid.

Kumi Naidoo, el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, declaró ese día al diario británico The Guardian:

“El gobierno polaco hizo todo para convertir las pláticas en un escaparate para la industria del carbón. Junto con Japón, Australia y Canadá, y la falta de un liderazgo significativo de otros países, los gobiernos presentes aquí han dado una bofetada en la cara a aquellos que sufren como consecuencia del peligroso cambio climático”.

En la edición 1933 de la revista Proceso, correspondiente al domingo 17, el activista inglés Pascoe Sabino, representante en la COP 19 de la organización con sede en Bruselas Corporate Europe Observatory (CEO), lanzaba ya el reclamo: “¿Por qué estamos dejando que los mayores criminales del clima del mundo se envuelvan en los colores de la ONU y desfilen frente a nosotros como si fueran héroes ecológicos?”

En el mismo reportaje se indica que empresas como la acerera Arcelor Mittal o BMW forman parte de los “patrocinadores” oficiales de la COP 19, además de que en el evento participan organismos de cabildeo de sectores altamente contaminantes, tal como la Petroleum Industry Environmental Conservation Association o la Asociación Mundial del Carbón, lo cual no tiene precedente en este tipo de cumbres climáticas, realizadas desde hace 20 años.

El director ejecutivo de la citada ODI, Kevin Watkins, escribió el lunes18 en el rotativo The Independent: “En el Estadio Nacional de Varsovia (sede de la COP 19), la complacencia de los Estados se podría cortar con un cuchillo. Como un negociador me dijo: ‘No hay negociaciones, sólo discursos grandilocuentes e intercambio de guiones cuidadosamente ensayados”.

 

Carbono subsidiado

 

Elaborado por la investigadora Shelagh Whitley, el reporte de ODI señala que, de acuerdo con las últimas cifras de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el monto global de los subsidios concedidos a productores de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) se elevó en 2011 a 523 mil millones de dólares.

Si los gobiernos quieren cumplir con su compromiso de limitar el aumento de la temperatura global a dos grados centígrados, éstos deben encarecer progresivamente las emisiones de carbono a través de un sistema transparente y explícito de precios de tales emisiones, señala el reporte. Por ello, lamenta que, en el Esquema de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (EUETS, por sus siglas en inglés), el más grande del mundo, los gobiernos implicados hayan permitido que el precio de las emisiones caiga a menos de siete dólares el costo de una tonelada de carbono emitida a la atmósfera.

“Si su objetivo es evitar un mayor nivel de peligro del cambio climático, los gobiernos se están disparando en el pie”, pues tales subsidios terminan fomentando las inversiones en la producción de energía intensiva en carbono, señala el documento. La más contaminante de esas energías, la que proviene del carbón como materia prima, es la que paga menos impuestos y, al mismo tiempo, la que recibe mayores subsidios, afirma ODI.

Subraya que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) –a la cual pertenece México–, estima que sus países miembros destinan entre 55 mil y 90 mil millones de dólares anuales para apoyar la generación de combustibles fósiles de distintas maneras. Con base en las estadísticas de esa misma organización, ODI calcula que los 11 países ricos con mayores emisiones de carbono entregaron 74 mil millones de dólares en subsidios durante 2011, siendo los campeones Rusia, Estados Unidos, Australia, Alemania y Reino Unido (completan el listado Canadá, Francia, Japón, Italia, Polonia y España).

Lo anterior, detalla ODI, equivale a que cada habitante en esos 11 países haya subsidiado con 7 dólares –o 112 dólares por adulto– cada tonelada de carbono que en conjunto emitieron en 2010 esos Estados: 11 mil 600 millones de toneladas.

El diseño de los subsidios toma diferentes formas. El reporte cita que, por ejemplo, Alemania otorgó en 2011 una “asistencia financiera” de mil 900 millones de euros al sector de la hulla (un tipo de carbón); Estados Unidos exentó mil millones de dólares de impuestos en gasolina a los granjeros y destinó mil millones de dólares a la reserva estratégica petrolera y 500 millones a la investigación y el desarrollo de la energía fósil en 2011.

Reino Unido concedió reducciones fiscales a la producción de gas y petróleo por un valor aproximado de 450 millones de dólares. El monto de tales subsidios, nota la investigación de ODI, sobrepasa siete veces el apoyo económico que ofreció la comunidad internacional al llamado Fondo de Arranque Temprano –cuyo fin era ayudar en sus esfuerzos climáticos a los países en desarrollo–, el cual sumó 30 mil millones de dólares para el periodo 2010-1012.

 

Complicidad mundial

 

Pero también hay economías emergentes que gastan cantidades enormes en los mismos subsidios, principalmente los países de Medio Oriente y el norte de África, que justifican su implementación en el supuesto desarrollo de sus políticas industriales o en el combate a la pobreza, indica el reporte británico.

No obstante, los menos favorecidos por esos subsidios serían los más necesitados. El reporte de ODI recoge datos del Fondo Monetario Internacional, según los cuales 20% de los hogares más pobres reciben menos de 7% de los beneficios generados por los subsidios a los combustibles fósiles. En comparación –expone el texto–, Egipto, Indonesia, Pakistán y Venezuela dedican “al menos el doble” de dinero a esos subsidios que a sus presupuestos de salud pública.

El problema se dificulta aún más considerando que tales subsidios los otorgan autoridades nacionales. El reporte estima que cerca de 75% de los proyectos energéticos que apoyaron instituciones financieras internacionales en 12 de los países emergentes más contaminantes del planeta respaldaron la producción de combustibles fósiles. Esos países son Argelia, Brasil, Egipto, India, Indonesia, Kazajistán, Nigeria, Arabia Saudita, Sudáfrica, Tailandia, Uzbekistán y Venezuela.

Tan sólo en su último año financiero (2012-2013), el Banco Mundial incrementó a 2 mil 700 millones de dólares sus préstamos a proyectos de esa índole, incluyendo aquellos en el área de exploración de petróleo y gas.

El reporte recuerda que el G-20 –del que México es miembro—concentró 78% de las emisiones globales de carbono en 2010. “En principio –enfatiza ODI–, ya se acordó que reducirían paulatinamente los subsidios a los carburantes fósiles. Ahora es el momento de poner las palabras en práctica fijando objetivos claros y ambiciosos y un calendario de acciones”.

El reporte plantea que el G-20, que en septiembre pasado anunció la eliminación gradual de los subsidios de este tipo –pero sólo aquellos que considere “ineficientes”–, debe suprimirlos a más tardar en 2020, y que los países ricos de ese club tendrían que poner el ejemplo asumiendo el compromiso de terminar con las subvenciones a la explotación de carbón y la exploración de gas y petróleo para 2015.