DEL ARCHIVO GLOBAL: La hipocresía alemana

Un informe del Consejo de Ministros de la Unión Europea revela que en 2004 Alemania fue uno de los ocho países de esa comunidad que vendieron armas a Irak. En contraparte, el gobierno del entonces canciller Gerhard Schroeder adoptaba un encendido discurso de rechazo a la invasión militar en el país árabe…

(Artículo publicado en la edición del 8 de enero de 2006 de la revista PROCESO)

BRUSELAS.- Mientras que el canciller alemán Gerhard Schroeder marcaba su firme oposición a la intervención de Estados Unidos en Irak, las compañías alemanas de armamento, con aprobación de su gobierno, cerraban jugosos negocios con esa nación. La consecuencia: Alemania consiguió posicionarse como segundo mayor proveedor europeo de equipo militar de Irak, sólo detrás del Reino Unido.

Así lo revela un reciente informe del Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE) que recopila las estadísticas de sus 25 países socios relativas a la exportación, en 2004, de armas y equipo militar sujetos voluntariamente al control de un código de conducta comunitario.

El informe indica que Alemania fue uno de los ocho países de la UE que vendieron armas a Irak; el negocio alcanzó un valor de 215 millones 436 mil 516 euros. Los otros Estados que vendieron armamento fueron Reino Unido, Austria, República Checa, Polonia, Eslovaquia, Holanda y Dinamarca; Alemania fue el único que no apoyó ni contribuyó con tropas al despliegue de la coalición que invadió Irak.

Francia y Bélgica, también opuestos a la opción bélica y que cuentan con importantes industrias exportadoras de armas, no figuran en esa lista.

Las plantas de producción británicas, señala el informe, vendieron 57% del citado monto, es decir, poco más de 123 millones de euros. Otorgando 98 de las 180 licencias de aprovisionamiento que expidió el bloque europeo a Irak ese año.

Si se toma en cuenta el desbordado pacifismo de Berlín, sorprende que Alemania haya otorgado nada menos que 51 licencias para abastecer de armas a Irak, lo que le retribuyó 32 millones 883 mil 832 euros en ventas, 15% del total.

Las empresas austriacas, las terceras mejor posicionadas, otorgaron 10 licencias, por las que obtuvieron poco más de 27 millones de euros. Las polacas vendieron casi 23 millones de euros mediante nueve licencias; el mismo número por el que las firmas checas se atribuyeron 6 millones de euros.

Licencias para matar

Según las leyes alemanas, en la comercialización de todo género de armamento “es el gobierno el que ejerce su discreción para velar por que las licencias de exportación cumplan con los principios políticos y el código de conducta de la UE”.

Precisan que “el responsable de ceder o rechazar las licencias de exportación es la Oficina Federal de Economía y Control de Exportaciones, una agencia bajo la jurisdicción del Ministerio Federal de Economía y Trabajo”.

En su informe, la UE divide el tipo de armamento comerciable en 22 categorías, que abarcan un amplio espectro, desde pistolas hasta sustancias químicas.

Aunque el informe a veces no entra en detalles –Reino Unido, por ejemplo, reportó al secretariado del Consejo de Ministros el número de licencias y los géneros de armas que vendió, pero no las facturas individuales–, sí señala que Irak adquirió 14 clases de armamento.

Hay de todo en los envíos: armas automáticas, tanquetas, misiles, bombas, granadas, municiones, aviones y sus componentes, simuladores de entrenamiento militar, etcétera.

Polonia y Austria, por ejemplo, fueron sobre todo proveedoras de “armas de calibre menor de 20 milímetros y otras automáticas de calibre menor de 12.7 milímetros”, mientras que República Checa proporcionó líneas de blindaje.

En el caso de las firmas alemanas, éstas vendieron 235 mil euros en municiones; más de millón y medio de euros en “armas automáticas y armas de cañón plano”, y 2 millones 120 mil euros en equipos blindados. Sin embargo, el grueso de sus ingresos, casi 29 millones de euros, recayó en la venta de “vehículos terrestres y sus partes”.

Llama la atención una licencia por 250 euros: sin más precisiones, ésta aparece en el informe en la categoría de “agentes tóxicos, químicos y biológicos, gases lacrimógenos, materiales radioactivos y equipos, componentes, materiales y tecnología relativos”.

El documento no menciona el nombre de las firmas alemanas que realizaron las transferencias.

No obstante, Stockholm International Peace Research Institute facilitó a Proceso su propia clasificación de las 100 mayores fabricantes del mundo. Ocho de ellas son alemanas: cuatro producen el armamento que compraron los iraquíes: Krauss-Maffei Wegmann fabrica vehículos militares; Diehl, armas cortas y municiones; y Rhein-metall y Rheinmetall De Tec –las empresas líderes que emplean a 21 mil personas– fabrican las dos categorías.

Como a muchos otros gobiernos europeos, organizaciones pacifistas han criticado enérgicamente al de Berlín por el doble juego en su discurso: por un lado desembolsa 2 mil millones de euros en misiones de paz y, por otro, autoriza a sus empresas la venta de armas a diversos países, como Libia, China o Irak, con o sin Sadam Hussein.

Falta de ética

La guerra contra Irak estalló el 20 de marzo de 2003. El 1 de mayo el presidente George W. Bush declaró oficialmente el fin de las hostilidades. Posteriormente se instauró una autoridad provisional a cuyo frente quedó el estadunidense Paul Bremen. No fue sino hasta el 1 de julio de 2004 que las fuerzas de ocupación “devolvieron” el poder a un gobierno interino iraquí, encabezado por el musulmán chiíta Iyad Alaui.

Las tensiones diplomáticas de Berlín con Washington fueron permanentes a lo largo de 2003. Pero eso no evitó que las productoras de armas teutonas otorgaran la conceción de cuatro licencias a Irak: tres para el abastecimiento de “vehículos terrestres y sus componentes”, y una para proveer “armas de cañón plano con calibre menor de 20 milímetros y otras automáticas”. El costo: más de 1 millón y medio de euros, con lo que Alemania fue el cuarto proveedor europeo en importancia para Irak, apunta el informe de la UE correspondiente a 2003.

Austria, sin especificarse el tipo de armamento vendido, acaparó entonces la mayoría de las ventas totales, que fueron de 17 millones 839 mil euros, siguiéndole Reino Unido con 2 millones 940 mil euros, y República Checa con 2 millones 440 mil euros. Las firmas irlandesas, eslovacas y danesas se ubicaron por debajo de las alemanas.

Bernhard Moltmann es el experto en materia de armamento del Joint Conference Church and Development (JCCD), un centro ecuménico de las Iglesias alemanas.

Moltmann comenta que el tipo de armamento que exporta Alemania es tan caro que sólo los países ricos son capaces de afrontar el gasto. Las armas alemanas que importan naciones pobres como Irak “son de segunda mano”, explica.

El JCCD presentó el 14 de diciembre pasado un informe enfocado en Alemania, basado en estadísticas oficiales de la UE. Su conclusión: después de siete años de gobierno de coalición entre socialdemócratas, encabezados por el excanciller Schroeder, y verdes, liderados por el exministro de Exteriores, Joshka Fischer –un antiguo radical antimilitarista–, Alemania escaló al cuarto sitio mundial de los exportadores de armas, después de Rusia, Estados Unidos y Francia. Abastece 5% del mercado global.

Hay más: pese a que tales exportaciones cayeron a 3 mil 800 millones de euros en 2004 –producto de la concesión de 11 mil 866 licencias–, éstas todavía exceden las cantidades que se manejaban durante la década pasada, asegura el organismo.

Las acusaciones de ONG por la falta de ética de las empresas alemanas son frecuentes, y hay sospechas fundadas de que en el pasado varias han hecho negocios ilegales con Irak, lo que ha desatado numerosas investigaciones.

Por ejemplo, la influyente revista Stern reveló el 24 de septiembre de 2003 que cuatro firmas alemanas habían entregado tecnología y material al programa secreto de armas de Sadam Hussein. la publicación había encontrado pruebas en los archivos de la Bashair Trading Company, el supuesto centro del régimen iraquí que documentaba dichas adquisiciones. Tales documentos apuntaban también a empresas de Polonia, Rusia, Corea del Sur y Estados Unidos.

Las transferencias, realizadas en 2000, violaban en forma flagrante el embargo contra Irak que decretó Naciones Unidas en 1990, después de la primera Guerra del Golfo, y que levantó sólo parcialmente la Resolución 1483 que emitió el 28 de mayo de 2003 el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Con base en esa resolución, la comunidad internacional decidió mantener las prohibiciones relacionadas con la venta o el suministro a Irak de armas y material conexo, “salvo el que requiera la autoridad (la entonces administración interina)” para gobernar.

Ese no era el caso de los corporativos alemanes KSB AG, Katex Textilien, y MEA Machinery y MEA International North Rhine Westphalia, señalados por Stern.

De acuerdo con el semanario, KSB había expedido seis inyectores de químicos. Hussein los había ordenado en diciembre de 2000 y le fueron entregados en Irak a través de Jordania. Katex, por su parte, había entregado en abril del mismo año 80 bombas para ácidos por medio de una compañía jordana. Las dos compañías restantes habían despachado láser de precisión a través de una empresa turca.

La policía dudaba que los directivos de las mencionadas empresas estuvieran enterados de lo que pasaba. Sin embargo, Stern presentó una comunicación en la cual un alto directivo de MEA se llega a congratular de la asociación entre la empresa y el gobierno iraquí.

Cooperación ilegal

Otro escándalo tuvo lugar a finales de 2002: nada menos que 80 empresas alemanas, así como laboratorios de investigación, habían colaborado de alguna manera con el régimen de Hussein en el desarrollo de armas biológicas, químicas y nucleares.

Componentes, asesoría técnica, sustancias básicas, e incluso infraestructura técnica entera, habían sido puestos al servicio del dictador iraquí desde 1975 por ese numeroso conglomerado de firmas alemanas. En algunos casos, ciertos acuerdos técnicos y militares entre Alemania e Irak continuaban vigentes en 2001.

La revelación, esta vez del diario Tageszeitung, provenía del reporte que el mismo régimen de Hussein estaba por presentar la ONU. Ese documento no solamente daba a Alemania el triste título de primer proveedor de armas del dictador iraquí, sino que además mostraba casos en los que las propias autoridades del Ministerio Federal de Economía –responsables de las exportaciones– se mostraban tolerantes ante esa cooperación ilegal de armas y hasta la promovían.

Pero eso normalmente no debía haber salido a la luz pública. Resulta que los extractos que comprometían a las empresas extranjeras habían sido borrados por decisión de los miembros del Consejo de Seguridad –Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China–, antes de darlo a conocer a los otros 10 integrantes no permanentes del Consejo. Así, un texto de 12 mil páginas quedó reducido a menos de la mitad.

Partes del reporte original filtrado al Tageszeitung incluían los nombres de 24 empresas estadunidenses, entre ellas Honeywell, Dupont, Eastman Kodak y Hewlett-Packard.

Retomando el trabajo periodístico del diario berlinés, el semanario estadunidense LA Weekly realizó su propia investigación, concentrándose en las empresas que desde Estados Unidos –locales o extranjeras con filiales– habían puesto en manos de Hussein material sospechoso. Entre éstas, otra vez, aparecían algunas alemanas. Así, señaló que la empresa alemana Siemens había suministrado al Ministerio Iraquí de Industrialización Militar computadoras para el control de los sistemas de desviación de rayos X; la compañía Carl Zeiss había enviado microcomputadoras para el sistema de mapeo digital del Ministerio de la Defensa de Irak; la compañía Leybold Vacuum Systems había vendido maquinaria para enriquecimiento de uranio, un proceso para fabricar bombas atómicas; y Finnigan MAT, espectrómetros de masa para el programa nuclear iraquí, los cuales descubrieron posteriormente los inspectores de la ONU, junto con tres fresadoras exportadas por la firma Maho AG.

Además, recuerda el semanario, Gildemeister Projecta AG y Gipro eran las principales contratistas del Saad 16, el proyecto de desarrollo de misiles del gobierno iraquí.

Ha sido en los tribunales estadunidenses donde se han levantado procesos judiciales contra las siguientes empresas alemanas, acusadas de colaborar con Hussein en la fabricación de armas nucleares, biológicas y químicas: Preussag, Schott Glaswerke, Klockner, Sigma Aldrich Corp., Kart Kolb, WET y Herberger. Todas claman su inocencia.