El polvorín sirio

El régimen sirio de Bashar al-Assad apunta hacia el colapso. Las protestas en su contra se extienden por todo el país y enfrenta divisiones en la cúpula gobernante y deserciones en las fuerzas armadas. De hecho, ha perdido el control de una tercera parte de su territorio. Ante el vacío de poder, gobiernos vecinos intervienen para ganar posiciones estratégicas en la región. Mientras Arabia Saudita apoya con dinero y armas a las milicias sunitas, Irán hace lo mismo con la minoría alauita y maniobra para que Maher al-Assad, hermano menor del presidente sirio, tome el poder…

(Artículo publicado en la edición del 19 de junio de 2011 de la revista PROCESO)

BRUSELAS.- La crisis en Siria podría incendiar el Medio Oriente. De seguir el conflicto –que según reportes de prensa ha cobrado la vida de al menos mil personas–, los disturbios internos se transformarían en una guerra regional que implicaría a Israel, el vecino, y a Irán, con cuyo gobierno el régimen de Bashar al-Assad tiene una alianza estratégica.

El pasado 30 de abril Turquía declaró máxima alerta en su frontera sur: 10 mil desplazados sirios esperan cruzar a territorio turco, al que ya ingresaron 7 mil refugiados, según datos de organizaciones civiles.

Los servicios turcos de inteligencia aseguran que el colapso del gobierno de al-Assad es inminente y que Siria está al borde de una matanza. Estiman que entre 6 y 7 millones de los casi 23 millones de sirios están armados y participan activamente en las revueltas, en tanto que Damasco ha perdido el control de al menos un tercio del territorio, incluyendo la mayor parte de los barrios pobres más densamente poblados.

La rebelión se extendió desde el sur de Siria a las zonas más radicalizadas y explosivas del norte jordano, como Zarqa, Jarash o Irbid, la segunda ciudad más grande de Jordania después de Amán.

Tal es la evaluación del experto estadunidense en Medio Oriente Yossef Bodansky en un informe elaborado para el Instituto de Asesoría en Estrategia, Política, Seguridad y Economía (ISPSW), organismo de consultoría privada con sede en Berlín.

Bodansky dirige la Sociedad de Praga para la Cooperación Internacional. Fue consultor del Departamento de Defensa, el Departamento de Estado y el Congreso de su país, director de investigación de la Asociación Internacional de Estudios Estratégicos y editor del grupo de publicaciones Defense & Foreign Affairs.

Quiebre del poder

En su análisis –Reflexiones heréticas sobre Siria, Irán y el Medio Oriente–, Bodansky afirma que hay graves desacuerdos en el círculo de poder sirio respecto del papel que pueden desempeñar en la represión de las revueltas los grupos de choque iraníes y los de Hezbolá, partido basado en Líbano.

Dice que Maher al-Assad, el hermano más joven de Bashar y comandante de la Guardia Republicana y de la poderosa Cuarta División del Ejército, se enredó en una disputa al respecto con el vicepresidente Farouk al-Sharaa, a quien terminó por herir de un disparo.

Bodansky narra que el pasado 28 de abril, Bashar al-Assad no permitió que aterrizara en Damasco un avión con 200 integrantes de las milicias paramilitares iraníes Basij. Maher las había pedido a Teherán para que se ocuparan de reprimir la insurrección en las ciudades sirias, tal como lo hicieron brutalmente durante la llamada Revolución Verde de Irán.

Maher dio instrucciones a su primo Atif Najif, jefe de la Dirección de Seguridad Política de la provincia de Daraa –uno de los principales focos de la insurrección–, y al general Ali Mamluk, para que intensificaran la cooperación con los servicios de inteligencia y seguridad de Irán. En ese sentido, el documento de Bodansky hace eco del rumor de un posible golpe de Estado encabezado por Maher con el apoyo de Teherán. Agrega que la inteligencia iraní se prepara para un colapso del régimen sirio.

El general Qassem Suleimani, encargado de las operaciones en Siria y Líbano de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán, desde el mes pasado habría montado dos bases secretas próximas a Siria: una en Hussaiba, Irak, y otra en Anjar, Líbano, desde donde sus espías pueden operar cómodamente.

Por su parte, el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad presiona a Hamas –el partido islámico que gobierna la Franja de Gaza y al que Israel considera terrorista– para que firme un acuerdo de reconciliación con la Autoridad Nacional Palestina. Esa es la condición que impone el emir de Qatar, Hamad bin Khalifa al-Thani, para permitir que se instale en Doha la dirección de Hamas basada actualmente en Damasco, afirma el reporte del ISPSW.

Deserciones

El régimen de Bashar al-Assad ha sido particularmente cruel con los insurrectos. No se ha limitado para acabar con ellos: ha enviado a la fuerza aérea a bombardear poblaciones enteras, a las que mantiene sitiadas e infiltra con francotiradores; y su policía recibe órdenes de torturar y reprimir salvajemente a los manifestantes e incluso de dispararles a matar. Esa barbarie ha cimbrado la estructura de poder.

El lunes 6, un enfrentamiento en la ciudad sublevada de Jisr al Shughur dejó 120 muertos, la mayoría de ellos policías.

Según informó el diario español 20 Minutos, los llamados Comités Locales de Coordinación afirman que miembros del ejército y las fuerzas de seguridad han desertado, se han refugiado en aquella localidad y se han unido a los sublevados. El sábado 11 y el domingo 12, Jisr al Shughur fue objeto de una ofensiva con 10 mil soldados, 40 tanques y varios helicópteros de combate al mando del propio Maher al-Assad.

El reporte de Bodansky señala que a diferencia de la élite gobernante, de origen alauita, la mayoría de la tropa y oficiales del ejército sirio es de origen sunita y proviene de los barrios populares y las áreas rurales empobrecidas que se han rebelado.

El temor y la desconfianza se instalaron en esa élite y crecieron más cuando a principios de mayo parte del personal técnico y logístico de la Séptima División acuartelada en Katana, al oeste de Damasco, se unió a los rebeldes de las milicias islámicas Ikhwan (hermano, en árabe).

La Tercera División Blindada del Primer Batallón es la única fuerza militar predominantemente alauita y leal al presidente al-Assad, por lo que fue trasladada de la frontera con Israel al centro de la capital. Los soldados más confiables fueron reorganizados en tres unidades: una que opera en Damasco y sus distritos periféricos; otra en el centro del país –particularmente en Alepo, Homs y Hama– y una más en el sur y el estado de Jabel Druze, que incluye a Daraa.

De acuerdo con el reporte del ISPSW, varios militares de alto rango han establecido contactos con la oposición en el exilio. Menciona el caso de quien fuera vicepresidente sirio de 1984 a 2005, Abdul Khalim Khaddam, líder del Frente Nacional de Salvación desde 2006, quien afirma haber recibido el apoyo del ministro de Defensa, el general alauita Ali Habib Mahmoud.

El Centro Europeo de Inteligencia Estratégica y Seguridad, con sede en Bruselas, elaboró un informe sobre las fuerzas armadas sirias, cuyo número calcula en 200 mil efectivos. De acuerdo con el reporte, hay siete divisiones blindadas, tres mecanizadas, cuatro brigadas de infantería, dos de artillería, dos antitanques, 19 regimientos de fuerzas especiales y una brigada de defensa costera.

A ello hay que sumar la Guardia Republicana, cuya misión es la defensa de Damasco y las altas personalidades del régimen. Esta milicia dispone de tres brigadas blindadas, una mecanizada y un regimiento de artillería. Hay además siete servicios especiales de inteligencia y seguridad, que componen “varios miles de hombres bien entrenados, equipados y devotos del régimen”, señala el centro belga.

El factor iraní

El reporte de Bodansky plantea que para Irán “radicalizar y socavar el nacionalismo árabe predominantemente sunita juega a su favor”. El 74% de la población siria es sunita.

Explica: el logro más grande de la estrategia geopolítica de Irán en la última década es la consolidación de un bloque conformado por un gobierno chiita en Irak, uno alauita en Siria y el dominio de Hezbolá en Líbano. Tal esquema se ve amenazado por el creciente posicionamiento político del islam sunita promovido por Arabia Saudita.

Bodansky precisa: “Teherán teme que mientras permanezcan las tropas de Estados Unidos en Irak, será difícil usar la violencia bruta para revertir el fortalecimiento de las entidades conservadoras sunitas que financia Arabia Saudita en Siria e Irak. Sin embargo, ese es el objetivo primario de la estrategia inmediata iraní porque, juntas, esas comunidades pueden crear una brecha sunita entre los chiitas de Irak y los bastiones de Hezbolá en las costas del Mediterráneo”.

El informe del ISPSW apunta que el gobierno iraní ha utilizado el conflicto palestino para minar el ascenso del sunismo. Por un lado, alienta la acción de los militantes islamistas radicales y; por el otro, culpa a los gobiernos árabes de traicionar dicha “causa sagrada”.

Como parte de esa estrategia, prosigue el informe, desde comienzos de este año Irán “promueve” en Gaza una escalada terrorista contra Israel. A mediados de abril, asevera el informe, los comandos de operaciones especiales de Hezbolá entraron en la fase de preparación de ataques terroristas contra blancos israelíes. Agrega que, a finales del mismo mes, la inteligencia de Israel interceptó un mensaje de Hezbolá indicando que tales ataques habían entrado en su fase de implementación.

El reporte analiza que “el vacío creado por el declive del régimen de al-Assad lo está llenando rápidamente el ascenso de las milicias islámicas sunitas Ikhwan.

“Esos grupos –refiere el especialista– tienen un entrenamiento espiritual saudita, cascadas de dinero de Arabia Saudita y los Estados del Golfo Pérsico, y diálogo político con Estados Unidos en Egipto. Por consiguiente, para Teherán queda claro que si el régimen de al-Assad se colapsa, Damasco será tomado por un régimen islámico afiliado a los militantes sunitas Ikhwan.”

Y remata: “Usando sus contactos con las fuerzas de la Guerra Santa y Al-Qaeda presentes en Siria, Líbano e Irak, así como con los líderes de Hamas basados en Damasco, los servicios de inteligencia de los CGRI iraníes, así como sus unidades de operaciones extraterritoriales Al-Quds, han establecido comunicación y una cooperación inicial con los combatientes afiliados a Al-Qaeda y a los Hermanos Musulmanes en Siria (para combatir a los sunitas). Los iraníes apoyan a los combatientes mujahidines con el contrabando de armas, telefonía satelital y terroristas de Líbano, Irak y Jordania”.