Haití, tráfico legalizado

BRUSELAS.- La adopción de niños haitianos es un negocio tan rentable que alimenta un disfrazado tráfico de menores que aprovecha la anuencia institucional de los gobiernos involucrados.

“En Haití la relación entre la población y el número de adopciones es una de las más altas del mundo. Sólo es mayor en Guatemala, donde el tráfico de menores es ampliamente conocido”, indica un estudio financiado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), presentado en julio de 2005.

El reporte, titulado Adopción internacional en Haití y que se ha convertido en una obra de referencia en la materia, precisa que en China hay 10 mil adopciones al año para una población de mil 300 millones de habitantes; en Rusia, 8 mil para 143 millones de habitantes; en Haití, mil 300 para 8 millones 200 mil habitantes, y en Guatemala, 3 mil 500 para 14 millones de habitantes.

“Haití presenta un terreno extremadamente fértil para el desarrollo de la adopción comercial y las prácticas ilícitas, porque los organismos y las instituciones privadas tienen el campo libre: hay vacíos estructurales en materia de protección del niño, una legislación inadaptada y un inexistente control estatal de los procedimientos de adopción”, señala el documento.

El terremoto del pasado 12 de enero sacó a flote ese grave problema. Diez días después, el consejero regional del Unicef en Ginebra, Jean-Luc Legrand, informó que el organismo había documentado los casos de 15 niños que fueron sacados de hospitales de Puerto Príncipe por personas ajenas a sus familias.

El funcionario precisó que algunos niños fueron llevados a República Dominicana por carretera. “Hay aviones que cargan niños antes de despegar del aeropuerto”, añadió en una rueda de prensa.

Legrand advirtió: “Unicef trabaja en Haití desde hace muchos años y sabemos del comercio de niños. Muchas de esas redes de comercio tienen vínculos con el mercado de las adopciones internacionales. Comenzamos a ver las primeras evidencias de ello. Es incuestionable”.

La polémica escaló por la decisión de varios Estados –como el español, el estadunidense o el holandés– de acelerar los trámites de adopción y sacar a los niños de Haití luego de la tragedia que dejó al país prácticamente sin gobierno.

En declaraciones a la agencia Swissinfo, Marlène Hofstetter, experta en el tema de adopción internacional de la organización Terres des Hommes, con sede en Lousana, Suiza, calificó como “reprochable” que “aviones llenos de niños partan de Haití”.

“Apenas 55 de los 109 que el gobierno holandés sacó del país –acusó– estaban en un proceso de adopción; a algunos ni siquiera les habían propuesto padres adoptivos.”

Enganchadores

Como consultora del Unicef, Marlène Hofstetter elaboró el citado reporte de 2005 sobre la adopción internacional en Haití. Ella también colaboró en el proyecto de ley para reformar el sistema de adopción de ese país que fue presentado al parlamento haitiano en noviembre de 2007, y ahí seguía hasta antes del terremoto.

Hofstetter espera que la tragedia que vive Haití “reactive” la discusión sobre esa reforma y, finalmente, se conceda el control de la adopción a los órganos gubernamentales.

En entrevista telefónica con Proceso, Hofstetter explica la manera en que el procedimiento de adopción permite todo tipo de abusos e irregularidades.

En la mayor parte de los casos, todo comienza cuando los padres biológicos –a veces sólo uno de ellos– entregan al niño a un albergue.

Muchos de estos rechazan a los niños portadores de VIH/Sida o mayores de cinco años porque “no son rentables”, no interesan a los potenciales padres adoptivos. Para que el niño sea puesto en adopción, uno de los padres debe firmar un documento en el que cede el cuidado del menor al albergue. Los cobros que realizan los albergues son enormes para un país sumido en una extrema necesidad como Haití.

En el reporte de 2005, Hofstetter indica que algunos albergues exigen a los padres adoptivos un depósito de entre 5 mil y 6 mil 500 dólares, que incluye el pago de abogado y el mantenimiento del menor. Otros albergues prefieren cobrar a los padres adoptivos mensualidades de entre 300 y 700 dólares, en tanto que los gastos de abogado y de procedimiento oscilan entre mil y 4 mil dólares. En total, la adopción de un pequeño haitiano puede alcanzar 10 mil dólares, estima Hofstetter.

La actividad es tan lucrativa que, durante su investigación, conoció el caso del representante no autorizado de uno de esos albergues, a los que se les conoce como “enganchadores”, que incluso llegó a pagar 600 dólares a una madre por su hijo, con el fin de luego ponerlo en adopción. Estos “enganchadores” son los encargados de buscar niños con cierta edad y características físicas y sociales que previamente especifican las parejas interesadas en adoptar.

En 2005 había 47 albergues registrados en Haití; en 2007 ya eran 63 y había también 61 orfanatorios. En total había 50 mil niños que vivían en 500 instituciones de asistencia infantil en Haití, pero 80% tenía padres, según informó Marie-Josee Audet, consultora de la oficina haitiana del Unicef, a la agencia Alter Presse el 20 de noviembre de 2007.

Hofstetter señala que, “en teoría, la madre biológica de los niños en adopción debe estar presente durante la cita con el Juez de Paz”. Ese es un momento importante del proceso, ya que ahí la madre otorga su consentimiento para la adopción de su hijo. Pero la experta explica que “es muy fácil” enviar a otra persona.

“No hay ningún problema para suplantar a la madre y para que esa persona otorgue su consentimiento ante notario, ya que en la mayoría de los casos los verdaderos padres viven en el campo y no tienen carta de identidad”. De hecho, entre 40% y 50% de los haitianos no tiene acta de nacimiento, según el Unicef.

Peor aún: un abogado puede dar tal autorización a nombre de los padres con sólo mostrar una carta poder, que muchas veces puede ser también falsa. En muchas ocasiones, los padres son engañados para que entreguen en adopción a sus hijos: “les dicen que van a regresar para ocuparse de ellos cuando sean grandes”, expone la especialista suiza.

La adopción se rige en Haití por una ley promulgada en 1974 que no rompe los vínculos con la familia de origen, ya que está diseñada para adopciones entre haitianos. Es la llamada adopción simple. Pero en realidad, los niños adoptados y llevados a otros países sí rompen sus relaciones familiares. Esa es una adopción plena.

Abandono

Menos complicado es el caso de los niños que han sido abandonados o cuyos padres han muerto, ya que de manera directa las alcaldías o el Consejo de Familia emiten las “actas de consentimiento”.

Posteriormente, se supone que los niños son sometidos a estudios sociales y psicológicos para evaluar la conveniencia de su adopción. Sin embargo, indica Hofstetter, “debido a que no hay especialistas locales en la materia, los albergues emplean expertos extranjeros que no tienen ninguna influencia sobre éstos, por lo que no pueden verificar si sus recomendaciones son seguidas”.

En la siguiente etapa, un abogado presenta el expediente del niño y de los padres adoptivos en el Instituto de Bienestar Social y de Investigación (IBERS por sus siglas en francés), un organismo del Estado, y una vez que fueron aprobados, en el Tribunal Civil. Esos abogados pululan en Haití. Sus honorarios resultan fantásticos para la realidad haitiana: ganan entre mil y 4 mil dólares por caso, aunque a veces pueden ser hasta 6 mil dólares.

Finalmente, la embajada en Haití del país de destino del niño le expide su nuevo pasaporte y visa, casi sin más. Ese personal diplomático “no tiene margen de maniobra: ¿cómo negar el visado cuando el gobierno haitiano ya concedió el permiso de adopción y cuando los padres ya conocen a su hijo y están ansiosos por regresar con él a su país?”, dice Hofstetter.

En su informe, la especialista concluye: “Todas las etapas del procedimiento se resumen a ratificar de manera administrativa el abandono del niño, sin ninguna investigación, sin verificación y sin cuestionamiento. Cada instancia se desprende de sus responsabilidades sólo invocando un papel de ‘verificador’, ya sea de las identidades, de las firmas o de las decisiones ya tomadas previamente”.

Y enfatiza que los albergues sustituyen a las autoridades al hacerse cargo de los pequeños “en circunstancias extremadamente turbias en muchos casos”.

–El tráfico de niños haitianos parece fácil en esas condiciones…

–Es relativamente fácil en la medida en que cualquier persona que quiera adoptar un niño en Haití puede dirigir una solicitud directamente al albergue o a un abogado haitiano. Usted puede encontrar toda la información en internet, no hay necesidad de un traficante, puede hacerlo usted mismo.

“No son adopciones ilegales ni secuestros. Finalmente, cuando los niños dejan el país cuentan con un consentimiento de adopción, con el permiso de un juez, con papeles. No es como en Guatemala o Nepal, donde hay adopciones ilegales. En Haití, los permisos pueden haberse obtenido de manera fraudulenta, pero es una adopción oficialmente legal.”

(Artículo publicado en la edición del 30 de Enero de 2010 de la revista PROCESO)