UE reprueba a México en ciencia y tecnología

BRUSELAS.- El proyecto de gasto en ciencia y tecnología que presentó el presidente Felipe Calderón representa apenas 0.2% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional (21 mil 235 millones de pesos a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), lo que refuerza “la principal debilidad” de México en la materia, según un reporte confidencial de la Unión Europea (UE).
“La inversión extremadamente baja de México en ciencia y tecnología es el principal factor que limita el desarrollo tecnológico y la innovación en el país, así como la cooperación internacional en el rubro”, afirma el documento titulado Evaluación de la Cooperación en Ciencia y Tecnología entre la UE y México en el periodo 2005-2010, que fue solicitado y financiado por la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea.
El reporte fue elaborado por Manfred Horvat, profesor de la Universidad Tecnológica de Viena y experto independiente en investigación europea e internacional y cooperación internacional, y José Luis Brianso, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Otra de las graves deficiencias de México en ese campo, expone el reporte confidencial –presentado en septiembre de 2010 en una versión de borrador final–, “es el bajo número comparativo de investigadores, lo que ocasiona una escasez de fondos de la cooperación internacional”.
“A pesar de los contactos (de México) con Europa –prosigue el reporte de 199 páginas– existe todavía una evidente falta de conocimiento, en muchos casos, de las actividades de investigación conducidas en Europa, debido posiblemente a las dificultades de permanecer en contacto y de darle seguimiento a los acontecimientos europeos”.
Añade: “Entre la mayoría de los académicos mexicanos hay relativamente poco conocimiento del Acuerdo en Ciencia y Tecnología entre México y la UE, en su periodo 2005-2010, y de las oportunidades de cooperación ofrecidas por los Programas Marco de la UE en Investigación y Desarrollo Tecnológico que están abiertos a los investigadores mexicanos como socios iguales”.

Y remarca: “Sólo algunos de los grupos más competitivos de algunas de las universidades más grandes de México, generalmente localizadas en la Ciudad de México, están al tanto del Séptimo Programa Marco (7PM) de ciencia y tecnología –el proyecto faro de cooperación internacional de la UE en la materia– y están participando activamente”.

Desperdicio

El Acuerdo de Ciencia y Tecnología entre México y la UE fue firmado el 3 de febrero de 2004 y entró en vigor el 13 de junio de 2005 por un periodo de cinco años. A principios de junio pasado ambas partes decidieron renovarlo otros cinco años.

El 21 de junio, la Comisión Parlamentaria Mixta –compuesta por miembros del Congreso mexicano y del Parlamento Europeo– emitió una declaración conjunta donde saludaba los “resultados positivos” de la cooperación científica y tecnológica entre México y la UE en el primer periodo del acuerdo sectorial.

Anteriormente, el 14 de enero, durante la entrega de los premios México en ciencia y tecnología y la conmemoración de los 40 años del Conacyt, el presidente Calderón reconoció que “hoy, más que nunca, el conocimiento científico y la aplicación tecnológica son fundamentales para impulsar el desarrollo de México, (y) para afianzar el crecimiento de su economía”.

Prometió que, “a pesar de las dificultades económicas, seguiremos fortaleciendo los apoyos económicos a la institución (Conacyt) y al sector general tecnológico del país”. En esa ocasión, el director del Conacyt, Juan Carlos Romero Hicks, dijo que para consolidar el sistema nacional de ciencia y tecnología el gobierno requería destinar, al menos, 1% del PIB en el sector.

Pese a todo lo anterior, el reporte de los expertos europeos advierte que “a pesar de los esfuerzos de la Oficina de Enlace entre el Conacyt y la UE (UEMEXCYT, por sus siglas en inglés) y los Puntos Nacionales de Contacto, hay una falta de divulgación e información de las convocatorias del 7PM, o de otros programas, en universidades y centros de investigación ubicados fuera de la Ciudad de México; hay una ausencia de mayor profundidad en la comprensión del 7PM y en la preparación de buenas propuestas”, además de la dificultad para encontrar investigadores que manejen otros idiomas.

Refiere que “los requisitos administrativos y las cargas burocráticas de los proyectos europeos son las principales barreras para la cooperación internacional”, y asegura que “el predominio de este aspecto en las discusiones con los investigadores es deplorable y está reduciendo las oportunidades para dirigir aspectos más sustanciales de la cooperación científica y tecnológica”.

Por otro lado, subraya el reporte, “existe en general un bajo interés en temas de innovación tanto en la academia como en el sector privado”, y aunque parece haber cambios, esa actitud “es muy evidente entre las compañías e industrias en México”.

Constata también una “bajísima, casi insignificante participación de las compañías mexicanas en el 7PM”, debido en parte a que en el país “no hay una larga tradición de cooperación entre la industria y la academia” y a que “muchas de las empresas innovadoras en México son multinacionales y el desarrollo en investigación lo realizan fuera del país”.

Amenazas

El 24 y 25 de febrero pasado se celebró en San José del Cabo, Baja California Sur, el Foro del Fondo de Cooperación Internacional de Ciencia y Tecnología México-UE (Foncicyt). Ahí, la jefa de la delegación de la UE en México, Marie-Anne Coninsx, declaró que “México es uno de los pocos países con los que la UE tiene acuerdos privilegiados en ciencia y tecnología, por lo que se ha posicionado como un socio estratégico para nosotros”.

Días después, el 16 de marzo, tuvo lugar una reunión de la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con México. El asunto central en la agenda del día fue un intercambio de puntos de vista sobre la cooperación científica y tecnológica entre la UE y México.

El ponente mexicano fue Jesús Velázquez, primer secretario de la embajada del país ante la UE, mientras que la parte europea fue representada por el español Luis Samaniego Moffre, responsable para México de la Unidad de Política de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología de la Comisión Europea.

Minutos antes de que comenzara el encuentro, el funcionario europeo comentó a Pascale Wauthier, asistente de la Unidad para México de la Comisión Europea, que a él le acababan de avisar que debía presentarse en la reunión. “No me dijeron para qué; no sé ni qué tengo que decir”, confesó a Wauthier delante del corresponsal.

Velázquez realizó, con ayuda de notas y documentos, una amplia y detallada exposición de la participación mexicana en programas científicos y tecnológicos con la UE. En su turno, Samaniego improvisó con naturalidad: “Tras esta excelente intervención del señor Velázquez, yo no tengo mucho más qué decir; preferiría pasar a la sesión de preguntas y respuestas con los eurodiputados”. Sólo agregó que, hace cuatro años, México estaba detrás de Brasil, Argentina y Chile en cooperación tecnológica, pero que ahora únicamente lo separan cuatro proyectos de Brasil.
La evaluación de los profesores Horvat y Brianso identifican las “amenazas” a la cooperación bilateral en la materia.
Entre otras, “una definición no clara de las prioridades estratégicas de cooperación de ambas partes en sus objetivos de políticas en ciencia y tecnología y en los principales sectores involucrados a los que van destinadas”, lo mismo que “el fracaso a nivel europeo del proceso de simplificación de los procedimientos del 7PM”.

El documento, sin embargo, recalca que las “amenazas son mayores del lado mexicano y se localizan en el más alto nivel político”.
Enlista: “la ausencia de una política mexicana estable y de largo plazo en ciencia y tecnología”, “baja inversión en el rubro con la posibilidad incluso de más recortes de los fondos”, así como la “falta de recursos humanos en investigación y el peligro de fuga de cerebros, ya que hay una desconexión entre los investigadores mexicanos en el extranjero y los centros de desarrollo en México”.

Además, advierte “limitaciones para cofinanciar o coordinar convocatorias u otros medios de cooperación a nivel de programas y de proyectos estratégicos de investigación”; “existencia de fuertes obstáculos burocráticos dentro de la administración mexicana a un alto nivel institucional”, y “la inestabilidad de la economía mexicana debido a su importante dependencia de Estados Unidos”.

Otras “amenazas” se refieren a “los (altos) costos económicos y de entrenamiento (existentes) a causa de las continuas necesidades de renovación tecnológica, mantenimiento y actualización de la infraestructura de investigación e instrumentación requerida para efectuar investigación y desarrollo”; los laboratorios mexicanos, se indica, “no están preparados para ser lo suficientemente competitivos en proyectos internacionales”.

Finalmente, los autores del estudio ven con preocupación que “la industria y las pequeñas y medianas empresas en México no participan, no están interesadas en participar, o no son capaces de adoptar los resultados obtenidos de los proyectos del 7PM”.

(Artículo publicado el 19 de Septiembre de 2011 en la sección Prisma Internacional de la Agencia PROCESO)