“Resurge” la cocaína en Europa

BRUSELAS (apro).- El pasado 17 de noviembre, la policía europea, Europol, anunció el desmantelamiento de una vasta red de tráfico de cocaína y lavado de dinero.

En España, Alemania y Marruecos fueron arrestadas 40 personas, como parte de una operación en la que colaboraron las policías de esos países más la italiana y la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).

La investigación comenzó en 2016. La Guardia Civil española detuvo en el puerto de Cádiz un barco de vela con 400 kilogramos de cocaína ocultos en el fondo de un compartimiento.

La embarcación provenía de Denia, en Alicante, donde un grupo de delincuentes se había instalado para traficar la droga en veleros.

Las pesquisas revelaron la existencia de una organización criminal internacional manejada desde Venezuela por un ciudadano español. Una estructura, basada en el País Vasco, se encargaba de transportar la cocaína del país sudamericano a España en pequeños barcos. Otra célula, ubicada en Melilla –el enclave español circundado por Marruecos–, recolectaba el dinero obtenido del tráfico y lo enviaba a Venezuela escondido en muebles de madera legalmente exportados en contenedores.

La persona que recolectaba los beneficios había sido enviada desde Venezuela y residía en Madrid; actuaba en coordinación con un español que operaba el blanqueo de dinero desde Frankfurt.

El objetivo de los traficantes no era abastecer únicamente al mercado español: una parte de las 4 toneladas de cocaína incautadas durante la operación policiaca tenía como destino Reino Unido.

Viene al caso recordar este operativo por dos razones: la primera, porque Europol y el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (EMCDDA, por sus siglas en inglés) –una agencia de la Unión Europea (UE)– reportan un crecimiento regional en la disponibilidad de la cocaína, así como el aumento en su pureza, que ha alcanzado un nivel máximo en la última década.

La segunda razón: Europa está experimentando un alza en el número de muertes y tratamientos por consumo de cocaína.

Reino Unido, por ejemplo, registró 432 fallecimientos en 2017, contra sólo 112 en 2011. Y van seis años consecutivos con ese incremento.

La situación ha sido considerada “profundamente preocupante” por la secretaria del Interior oponente, Diane Abbott, de acuerdo con el diario británico The Guardian.

En su informe europeo sobre tendencias y novedades en materia de drogas, presentado en junio pasado, el EMCDDA revela que, tras un periodo de descenso, el número de consumidores de cocaína que inició tratamiento se incrementó, por primera vez, en más de 20% desde 2014. Precisa que Italia y Reino Unido son los responsables de gran parte de tal aumento de tratamientos, pero que casi todos los países notificaron alzas.

Otro indicador que confirma el “resurgimiento” de la cocaína en Europa es el resultado más reciente de un estudio de aguas residuales, efectuado en 31 ciudades del continente. Resulta que en 26 de ellas se incrementaron los residuos de cocaína. Los valores más altos se encontraron en las ciudades de Bélgica, Holanda, España y Reino Unido.

El director del EMCDDA, Alexis Goosdeel, explicó en julio de 2017 que “Europa está sufriendo en la actualidad las consecuencias del incremento de la producción de cocaína en América Latina”.

Goosdeel se refería en particular a Colombia, el principal productor de cocaína del mundo, que en 2017 alcanzó un récord de crecimiento en la producción de la droga.

Un informe de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos expuso que, entre 2016 y 2017, en Colombia las hectáreas cultivadas de hoja de coca aumentaron 11% (de 188 mil a 209 mil; en 2015 eran 96 mil) y el potencial de producción de cocaína creció 19% (de 772 toneladas métricas a 921; en 2015 eran 646).

Europol explica que la cocaína –producida, además de Colombia, en Perú y Bolivia– es enviada a la UE a través de puertos de Brasil, Venezuela y Argentina, utilizando como rutas internas cruceros que viajan entre los países caribeños.

La droga se transporta a Europa de diversas maneras, no sólo en contenedores marítimos o yates, también en vuelos de pasajeros comerciales, flete aéreo, servicios de correo o vuelos en aviones privados.

Parte de la cocaína llega a África occidental y desde ahí es introducida a los países europeos.

Lo que advierten las autoridades europeas es que las rutas del tráfico de la cocaína están cambiando. Desde mediados de los 90 — cuando esa droga empezó a traficarse masivamente a Europa–, la Península Ibérica ha sido el principal punto de entrada. Esa zona geográfica continúa siendo importante en el trasiego. Sin embargo, los cargamentos de cocaína están ingresando cada vez más por los puertos de los países del norte, en particular Bélgica, donde fue incautado 43% del total de esa droga confiscada en toda la UE en 2016, el año más reciente de tal estadística.

Los narcotraficantes colombianos han controlado tradicionalmente el trasiego de cocaína a Europa. No obstante, algunas fuentes periodísticas aseguran que los mexicanos los están desplazando.

Al menos lo han estado intentando. Tan es así que, en marzo de 2013, Europol emitió una “noticia de amenaza” en relación a los cárteles mexicanos.

Los narcotraficantes mexicanos, explicó Europol, eran “coordinadores” del transporte de cocaína a Europa, que vendían a mafias como la Ndragheta italiana.

Pero el Cártel de Sinaloa, en ese entonces todavía liderado por Joaquín El Chapo Guzmán, intentaba crear su propia estructura europea de aprovisionamiento. Uno de sus miembros, Rafael Celaya, fue arrestado en España en 2012 mientras negociaba un envío de 345 kilogramos de cocaína. En 2015 fue sentenciado en Estados Unidos a 17 años de prisión.

Por esas mismas fechas, la prensa irlandesa publicó las declaraciones del exzar peruano antidrogas, Ricardo Soberón, según las cuales existía un acuerdo entre el capo de la mafia irlandesa, Christy Kinahan, y el Cártel de Sinaloa para traficar cocaína desde Perú.

En julio de 2017, el diario británico The Times reveló que la Agencia Nacional Criminal había descubierto una alianza entre el Cártel de Sinaloa y un grupo rumano que operaba en el puerto de Liverpool y en diversos aeropuertos locales.

En enero de ese año, la policía británica arrestó a dos ciudadanos rumanos en posesión de 23 kilogramos de cocaína que habían escondido en un camión. Los proveedores fueron miembros del Cártel de Sinaloa.

Por otro lado, las investigaciones europeas indican que la poderosa Ndragheta calabresa mantiene acuerdos con Los Zetas y el Cártel del Golfo. En marzo de 2016 fue detenido en una casa del lujoso barrio de La Moraleja, en Madrid, el narcotraficante Juan Manuel Muñoz Luévano, “el Mono” Muñoz o “El Ingeniero”, considerado el cerebro financiero y el contacto en Europa de Los Zetas.

Los agentes que lo detuvieron encontraron una computadora que contenía hojas de programa Excel donde Muñoz anotó la entrega en hoteles de México de 63 millones de euros obtenidos por la venta de poco más de dos toneladas de cocaína en Europa.

La policía española descubrió que “El Mono” –quien sigue detenido en aquel país– también colaboraba con el Cártel de Sinaloa y el del Golfo, así como con los Beltrán-Leyva.

En 2013, el director de Europol, Rob Wainwright, advirtió con firmeza: “No queremos que el nivel de violencia y brutalidad que vemos en México se reproduzca en Europa”. Y prometió: “Garantizaremos que los grupos mexicanos del crimen organizado no puedan ganar un punto de apoyo en Europa”.

Lo único cierto es que las ambiciones de penetración del narcotráfico mexicano crecerán en paralelo al tamaño del negocio: se estima que el valor del mercado de la cocaína en Europa se acerca a seis mil millones de euros; mientras el kilo de cocaína cuesta en Estados Unidos alrededor de 30 mil dólares, en Europa el precio supera los 50 mil dólares.

Como lo dice el observatorio, el de la cocaína en Europa es un “mercado boyante”.

*Esta columna Europafocus fue publicada el 19 de septiembre de 2018 en el portal de la revista PROCESO. Aquí puedes leer el texto original.