Operación secuestro en Berlín

Trinh Xuan Thanh, un prófugo de la justicia de Vietnam, gobernado por el primer ministro, Nguyen Xuan Phúc. Foto: tomada de Twitter

BRUSELAS (apro).- El conflicto diplomático que sostienen desde hace un año Alemania y Vietnam, a raíz del secuestro del ciudadano vietnamita Trinh Xuan Thanh en Berlín y su traslado a Hanoi, se ha complicado aún más tras la revelación, a finales de julio, de que Eslovaquia participó en esa operación clandestina.

Esa información fue publicada, luego de que el 18 de julio pasado un hombre identificado como Long N.H. confesara, ante el tribunal de Berlín que lleva el caso, que él colaboró con el servicio vietnamita de inteligencia en el secuestro de Trinh, un prófugo de la justicia de aquel país asiático gobernado por el primer ministro, Nguyen Xuan Phúc.

El mismo testigo reconoció que él rentó los dos vehículos que sirvieron para que agentes secretos de Vietnam vigilaran y secuestraran a la víctima.

El señor Trinh era requerido por el régimen socialista de Vietnam desde que decidió huir con su esposa y refugiarse en Berlín. En septiembre de 2016 fue acusado de corrupción y mala administración de una compañía estatal.

Desde que vivían en la capital alemana, la pareja frecuentemente tenía que cambiar de departamento por razones de seguridad.

Trinh, de 52 años, era un cuadro importante del hegemónico Partido Comunista de Vietnam.

Una exitosa carrera política lo llevó a presidir el consejo de la petrolera nacional, Petro Vietnam Construction Joint Stock Corporation, y ocupar altos cargos en otras compañías estatales, siendo al mismo tiempo parlamentario.

La acusación en su contra lo responsabiliza de haber vendido acciones de la petrolera a un precio más bajo de su valor real y robarse la diferencia, dejando 150 millones de dólares en pérdidas totales.

Pero Trinh rechaza tal imputación: se considera víctima de una purga política dentro del Partido Comunista. El secretario general y líder del Comité Contra la Corrupción, Nguyen Phu, encabeza el ala conservadora, que controla el partido. Los reformadores como él, dice Trinh -que había amenazado con exhibir en la prensa occidental actos de corrupción de la élite gobernante de su país- representan un peligro para la facción de Phu.

El secuestro

La historia de la operación que extrajo a Trinh de Europa parece inspirada en los tiempos de la Guerra Fría.

El secuestro tuvo lugar la mañana del 23 de julio de 2017.

Ese día, el exfuncionario vietnamita Trinh Xuan Thanh llamó por teléfono a su esposa cuando se encontraba en el centro de Berlín. Conversaron apenas dos minutos sobre asuntos familiares.

Trinh había salido de su casa para efectuar algunos trámites relativos a su demanda de asilo. Caminaba por una calle cercana al parque Tiegarten, en el centro de la capital alemana, acompañado por una mujer de 28 años.

A las 10:40 de la mañana, una camioneta Volkswagen modelo T5, que había sido alquilada en República Checa, se aproximó a ellos.

Tomados por sorpresa, Trinh y la joven fueron arrastrados dentro del vehículo por agentes de seguridad vietnamitas. En el lugar quedaron tirados los lentes de sol y el teléfono celular del empresario, quien fue trasladado a Praga.

Lo que pasó posteriormente fue conociéndose poco a poco a través de la prensa alemana y eslovaca.

Resulta que un avión de la flota del gobierno de Eslovaquia fue enviado a recoger a Trinh y sus captores vietnamitas para llevarlos a Bratislava, donde se alojaron en el Hotel Bôrik, que regularmente hospeda personalidades políticas.

Robert Kalinak, quien en ese momento era ministro eslovaco del Interior y está en el centro de las revelaciones periodísticas, ha intentado lavarse las manos explicando que él sólo respondió a una solicitud de su homólogo vietnamita, To Lam.

Él le habría planteado que Trinh y algunos acompañantes querían llegar urgentemente a Vietnam, pero que su vuelo había sido anulado y estaban bloqueados en Praga. Esa petición tuvo lugar cuando Alemania ya había alertado sobre el secuestro del vietnamita a las autoridades de Eslovaquia y de los demás países europeos del espacio Schengen.

Los investigadores alemanes disponen de otros elementos comprometedores para el anterior gobierno eslovaco, el cual tuvo que dimitir en marzo último tras las presiones que siguieron al asesinato del joven periodista Jan Kuciak, quien investigaba las relaciones entre la mafia y el gobierno de coalición del primer ministro socialdemócrata, Robert Fico, con la extrema derecha.

Así, se sabe que en el vuelo de Praga a Bratislava viajaron el ministro del Interior vietnamita, el mencionado To Lam, y un consejero del primer ministro eslovaco, Quang Le Hong, un hombre de negocios con doble nacionalidad -vietnamita y eslovaca- y quien posteriormente fue designado embajador del país europeo en Hanoi.

También trascendió que Kalinak y Lam sostuvieron un breve encuentro en el Hotel Bôrik.

Por medio de los datos GPS, los alemanes pudieron además verificar que la camioneta utilizada para el secuestro de Trinh estuvo estacionada frente a dicho hotel, incluso mientras estuvieron reunidos los ministros del Interior de Vietnam y Eslovaquia.

Drogado por sus secuestradores, Trinh fue sacado del hotel por dos escoltas vietnamitas que lo sostenían y metido a un vehículo de la policía eslovaca.

El agente eslovaco que conducía ese automóvil afirmó a la prensa de su país que fue el jefe de protocolo del ministro Kalinak quien le ordenó llevar al secuestrado al aeropuerto y subirlo a otra aeronave con rumbo a Moscú.

Finalmente, Trinh reapareció en Hanoi dos semanas más tarde. Las autoridades de Vietnam explicaron oficialmente que él mismo había regresado para enfrentar las acusaciones criminales pendientes, algo que extrañó a mucha gente, comenzando por sus familiares y amigos cercanos. Trinh aceptó públicamente su retorno voluntario, pero hay fuertes sospechas de que confesó bajo presión.

Solicitan investigación

El gobierno de Angela Merkel no se tragó el bulo. De hecho, tres días después de la desaparición de Trinh, Alemania ya contaba con suficientes pruebas de lo había sucedido y abrió una investigación por el delito de secuestro.

Bastaron algunos días más para que el Ministerio de Exteriores alemán acusara que “ya no había dudas serias de que los servicios secretos vietnamitas y la embajada de la República Socialista de Vietnam en Berlín estaban involucrados” en el secuestro de Trinh.

En ese momento, Alemania llamó a consultas al embajador vietnamita y declaró “persona non grata” al representante de la agencia de inteligencia de ese país en Berlín, al que expulsó.

El secuestro del ciudadano vietnamita, a plena luz del día en una transitada calle de la capital, fue considerada por el gobierno de Merkel como “una violación descarada y sin precedente de la ley alemana e internacional”.

Curiosamente, dos semanas antes de la desaparición de Trinh, el gobierno vietnamita había solicitado a Alemania la extradición del empresario en el marco de la cumbre del G-20 que tuvo lugar en el puerto de Hamburgo.

Los alemanes están exigiendo al gobierno de Hanoi que les entregue a Trinh para que puedan proseguir con el proceso de su extradición a Vietnam y que él concluya su solicitud de asilo político.

El país asiático se aferra a su endeble explicación de los hechos. Pero el de Bratislava enfrenta una situación delicada, por lo que el presidente eslovaco, Andrej Kiska, ha solicitado que se abra de una vez por todas una investigación y le ha pedido a la actual ministra del Interior, Denisa Sakova -que estaría obstruyendo esa posibilidad para proteger a su predecesor-, que renuncie al cargo.

Mientras tanto, Trinh fue dos veces sentenciado a cadena perpetua en Vietnam.

*Esta columna Europafocus fue publicada el 17 de agosto de 2018 en el portal de la revista PROCESO.Aquí puedes leer el texto original.