Y llegaron los neonazis

Hartos de medidas de austeridad cada vez más severas y de una crisis económica que no parece tener fin, los griegos votaron en las elecciones legislativas del domingo 6 por partidos extremistas que rechazan los compromisos financieros con la Unión Europea. La Coalición de Izquierda Radical y el partido neonazi Chrysi Avgi –cuyo líder estuvo preso por cometer un atentado con explosivos en un cine– obtuvieron escaños en el Parlamento. En los hechos quedó destruido el sistema bipartidista griego y, debido a la fragmentación de las fuerzas políticas, los dirigentes políticos no logran acuerdos para formar gobierno.

(Artículo publicado en la edición del 13 de Mayo de 2012 de la revista PROCESO)

BRUSELAS.- La escena grabada por la televisión griega es perturbadora: Un grupo de periodistas llena el pequeño salón donde Nikolaos Michaloliakos, líder del partido de extrema derecha Chrysi Avgi (Amanecer Dorado), tiene programada una conferencia de prensa tras alcanzar sorpresivamente 7% de los votos en las elecciones del domingo 6 en Grecia.

Uno de sus guardaespaldas, un hombre musculoso vestido de negro y rapado al estilo neonazi, comienza a ordenar a gritos a los periodistas que se pongan de pie “para mostrar respeto” a su líder, a quien se ve entrando al lugar. Algunos, confundidos, se levantan sin pensarlo. Una reportera protesta: “Sólo venimos a grabar…”, pero el hombre no la deja terminar la frase y sube el tono de sus amenazas: “Quien no quiera pararse, se larga”.

La periodista, dirigiéndose a Michaloliakos, se queja de que tal situación “es ofensiva para los comunicadores”, quienes se observan entre ellos, pasmados. La violencia verbal del guardaespaldas continúa: “¡Lo tienes que hacer como señal de respeto! ¡Si no, te puedes ir, te puedes ir!”.

Michaloliakos, también a gritos, ordena a ambos que se callen.

Éste, de 55 años y de gesto adusto, criticó en la conferencia de prensa a todos sus adversarios políticos. A los medios los acusó de haberlo difamado y advirtió que su partido encabezará “la resistencia nacional” contra lo que calificó de “los dictados de la junta del rescate”, en alusión a la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.

Exaltado, el político extremista amenazó con “liberar” a su país, “dentro y fuera del Parlamento”, de los “especuladores globales” y de la “esclavitud del acuerdo de rescate”, y con deshacerse de “millones de inmigrantes ilegales” que, dijo, “han convertido a Grecia en una jungla social”.

Chrysi Avgi, que en las elecciones legislativas de 2009 apenas alcanzó 0.3% de los votos, consiguió ahora 21 curules. En noviembre pasado los sondeos le daban una intención de voto de menos de 1%.

Pero en las municipales del 7 de noviembre de 2010 ganó un escaño en la Asamblea de Atenas con una votación de 5.3%. En algunos barrios de fuerte inmigración llegó a tener 20% de los votos.

El otro vencedor inesperado fue la Coalición de Izquierda Radical, conocido en griego como Syriza: Se colocó en segundo lugar con 16.8% de las preferencias (52 diputados). En 2009 había sumado 4.5% de los votos (13 diputaciones).

El derrumbe de los partidos dominantes ha generado una gran incertidumbre: El Partido Socialista Griego (Pasok) obtuvo 44% de los votos en las legislativas de 2009; ahora apenas alcanzó 13.2%, por lo que el número de sus escaños se redujo de 119 a 41.

El voto del partido de centro-derecha Nueva Democracia (ND) cayó de 33.5% a 18.9%, aunque pasó de 91 a 108 escaños debido a las reglas electorales que favorecen al partido con más porcentaje.

Ambos partidos suman 149 escaños, insuficientes para gobernar en conjunto. Las otras fuerzas minoritarias también resintieron las consecuencias de la crisis.

En relación con los resultados de las legislativas de 2009, el Partido Comunista subió de 7.5 a 8.5% (tenía 21 curules y obtuvo 26); Izquierda Democrática (que se creó en 2010 tras escindirse de la Coalición de Movimientos de Izquierda y Ecológicos, que forma parte de Syriza) obtuvo 6% y 19 escaños, y Antarsya, una coalición de extrema izquierda, se quedó en 1.1%.

Con menos de 3% de los votos el Partido Verde no consiguió ni un escaño; tampoco el de extrema derecha Concentración Popular Ortodoxa (conocido por su acrónimo: Laos) que perdió los 15 escaños que tenía, al caer su votación de 5.6% a 2.9%.

Hay una posible explicación para la disminución de los votos de Laos: fue parte del gobierno saliente –conocido como el de “unidad–, formado en noviembre pasado tras la caída del gobierno socialista de Giorgios Papandreou. Makis Voridis, presidente de Laos, fungió como ministro de Infraestructuras, Transporte y Redes.

Hasta el jueves 10 las conversaciones entre los líderes políticos para formar un nuevo gobierno habían fracasado. Primero Antonis Samaras y luego Alexis Tsipras, presidentes de ND y Syriza, respectivamente, lo habían intentado. El presidente del Pasok, Evangelos Venizelos, había tomado el relevo de las negociaciones sin muchas esperanzas de éxito.

Si al 17 de mayo no hay un acuerdo de gobierno, habría nuevas elecciones el 17 de junio.

 

Hartazgo

 

Hartos de medidas de austeridad cada vez más severas y de una crisis que no parece tener fin, los electores griegos decidieron poner el futuro de su país en manos de fuerzas políticas extremistas, como no había sucedido en otro país de la UE.

Chrysi Avgi surgió a mediados de los ochenta y desde 1983 lo preside Michaloliakos, aunque el partido fue registrado oficialmente en 1993. En 2005 cesó sus actividades para integrarse a Alianza Patriótica. Dos años después volvió a la escena política.

Sus militantes han estado implicados en numerosos incidentes violentos contra activistas de izquierda, inmigrantes o partidarios de equipos de futbol rivales. Según denuncias de la prensa, algunos de sus miembros mantienen vínculos estrechos con la policía y con elementos de la Junta Militar que tomó el poder en 1967 y que fue depuesta en 1974.

En 1978 Michaloliakos fue condenado a 13 meses de prisión por haber participado en un atentado con explosivos contra un cine, en el que varias personas resultaron heridas. Durante su encarcelamiento conoció a los líderes de la Junta Militar, a la que ha expresado simpatía.

A diferencia de otros partidos europeos de la misma ideología, que han modernizado sus códigos de comunicación, Chrysi Avgi expresa crudamente sus reivindicaciones: su símbolo es una burda imitación de la cruz gamada nazi, sus militantes califican a los inmigrantes de “escoria humana” y se oponen abiertamente a la igualdad entre sexos. Su lema de campaña fue “sangre y honor” e incluso su líder se ha atrevido a hacer el saludo nazi en plena Asamblea de Atenas.

Syriza, por su parte, se rehúsa a cumplir con los compromisos financieros asumidos por los anteriores gobiernos griegos. Su plataforma de campaña reclamó la suspensión inmediata e incondicional de los pagos de la deuda durante un periodo de tres a cinco años; la cancelación de las medidas de austeridad aplicadas desde 2010; la nacionalización de una parte significativa del sistema bancario, así como el desconocimiento de los acuerdos de rescate con la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo (la llamada Troika).

Alexis Tsipras, un político de 38 años y aire moderno que preside Syriza, impuso condiciones más precisas durante las negociaciones de la semana pasada para formar un gobierno, como la cancelación de los recortes a las pensiones y los salarios; el mantenimiento de los contratos colectivos de trabajo que fueron abolidos –con lo que se facilitan los despidos– y la inmediata anulación de la ley que garantiza la inmunidad a los diputados y de la ley de reforma electoral.

Puso otra condición: Que la firma de inversiones estadunidense BlackRock auditara a los bancos griegos además de que se creara un comité internacional que averigüe las causas del déficit público nacional y publique sus hallazgos. Señaló que hasta que eso no ocurra el gobierno tendría que declarar una moratoria en el pago del servicio de la deuda.

Samaras reveló que Tsipras supeditó su apoyo a una condición imposible de aceptar para él: que Grecia abandonara la moneda común, el euro.

 

Recuento de daños

 

Giorgios Delastik es un popular columnista del diario griego Ethnos. En su colaboración del martes 8 ofrece un puntual recuento de daños al sistema político griego:

“De regreso al comienzo: es así como podríamos considerar los resultados de las elecciones generales. Las urnas han marcado la hora del desmoronamiento del escenario político griego dominado, desde el regreso a la democracia en 1974, por los socialistas de Pasok y por Nueva Democracia”, escribe.

Explica: “Este resultado era previsible y esperado. Pero las cifras van más allá de las peores pesadillas de los responsables de esos dos pilares del sistema político griego (…) La ND, cuyos líderes han hecho todo para provocar que hubiera elecciones legislativas anticipadas con el sólo objetivo de obtener la mayoría absoluta para gobernar, confrontan hoy todas las dificultades para conseguir sus objetivos. Sin hablar de los riesgos de implosión interna del partido”.

Delastik sigue: “Pero si la derecha agoniza en la sala de urgencias, la debacle del Pasok es todavía más impresionante. El Partido Socialista es víctima de la aplicación del plan de rigor sobre el pueblo griego y de haber emplazado al país bajo tutela extranjera. Ello empujó al Pasok al borde del hundimiento. Un partido que obtenía 44% de los votos hace todavía dos años y que cae a 14% no podrá jamás recuperarse. Para nosotros no hay duda: el Pasok cumplió su ciclo histórico y debe ser reemplazado por otra formación que represente al centro-izquierda del siglo XXI; si no es ya el caso con el partido de izquierda radical Syriza”.

Nikos Konstandaras, editor y columnista del principal diario griego Kathimerini, alerta sobre la potencial explosividad de la nueva etapa de inestabilidad política griega.

En un artículo publicado el martes 8, el columnista explica: “Los griegos votaron con los ojos puestos en el pasado. Deseando el retorno a una época ideal donde podrían escapar de las demandas de nuestros socios y acreedores. Los votantes destruyeron el sistema bipartidista, fragmentaron el centro ideológico y metieron a los extremos en el corazón de la vida política”.

Plantea que tras los comicios el poder está muy fraccionado, con siete partidos políticos en el Parlamento y ninguno con más de 20% de votantes.

Y previene de otras consecuencias: “Nuestra sociedad –comenta– no está acostumbrada a la cooperación y al compromiso, por lo que afrontará grandes desafíos con el encumbramiento de Syriza y otros partidos izquierdistas, así como de Chrysi Avgi”.

Expone que pese a estar en las puntas opuestas del espectro político, ambas fuerzas comparten “una falta de respeto por el establishment y un profundo odio de uno hacia otro”.

“Si el surgimiento de Syriza –observa Konstandaras– conlleva una mayor intervención de la izquierda en las universidades y otras esferas de la vida pública, entonces es posible que ‘tropas’ de izquierdistas y anarquistas choquen en las calles con las camisas negras de Chrysi Avgi. Sin un gobierno fuerte que los conduzca y apoye, muy probablemente la policía evitará inmiscuirse en esas rivalidades y se incrementará incluso más la inseguridad ciudadana, lo que quizá lleve a una mayor fragmentación política”.